Hace poco tiempo me preguntaron en una entrevista que yo, de joven, como recordaba a mi padre. Lo primero que se me vino a la mente es que lo recordaba trabajando, si, trabajando, siempre trabajando. Se pueden decir muchas y muy buenas cosas de mi padre, pero desde luego que siempre estaba trabajando. Tanto trabajó mi padre que yo ya nací cansado, ja, ja, ja.
El trabajo de mi padre ha marcado mi vida ya que decidí seguir sus pasos y hacerme carpintero. De niño no solo quería ser carpintero como él, siempre quise imitar sus gestos, su postura, su lenguaje y sobre todo el movimiento de sus manos al emplear las herramientas, esa manera de utilizar el formón al hacer una hendidura para la bisagra, o ese manejo del gramil, o la forma de golpear el cepillo o la garlopa para darle o quitarle diente…Muchas veces estoy realizando cualquier trabajo y me detengo un momento porque he visto las manos de mi padre reflejadas en las mías, lo que fue un deseo de niño hoy es una realidad. Si, muchas veces los deseos se cumplen.
Siempre pensé que mi padre era alguien importante no solo en su empresa sino fuera de ella, pensaba que era una persona sabia, que lo es, era una persona admirada y respetada por su trabajo, y esto lo pensaba porque le llamaban “MAESTRO”. ¿Algún día llegaré a ser yo un maestro como mi padre?... Pues hoy en día puedo decir con orgullo que me llaman “maestro”, como a mi padre. Aunque nunca llegaré a tener su maestría, desde luego.
Actualmente me acuerdo mucho de mi padre ya que estoy trabajando con dos viejas amigas suyas, para mí son como de su propiedad, o al menos tengo esa sensación, una es la “regruesadora” y la otra la “sierra de cinta”. Me acuerdo que al entrar al taller, donde él trabajaba, la primera máquina que te encontrabas era la regruesadora, mas adelante había otras que ya desaparecieron y la última era la sierra de cinta donde casi permanentemente estaba mi padre, con su gorrilla blanca y su mandil. Siempre nos sonreía cuando nos veía aparecer, le dábamos un beso y yo lo veía como un tótem vivo, como un ídolo.
Ahora me encuentro yo frente a esas máquinas, y me siento con la obligación de cuidarlas y mimarlas como si se tratara de unos objetos valiosos que hubiese heredado de mi padre. Las miro y me pregunto: ¿Cuántas veces habrá cambiado mi padre la cinta?, ¿Cuántas veces habrá movido de un lado a otro el soporte?, ¿Cuántas veces habrá limpiado y engrasado estas viejas máquinas?... ¿cuántas veces habrá leído este sucio cartel que pone “-PELIGRO- CUIDA TUS MANOS”?...
Gracias papá por hacerle caso al cartel.
La verdad es que no me esperaba encontrar las máquinas tan igual a como las recordaba, y es que, en este larguísimo periodo de tiempo, las han cuidado y limpiado tan poco que incluso llegué a emocionarme cuando descubrí unos números escritos, inequívocamente, por mi padre, sí, sin duda después de tantísimo tiempo se puede distinguir su peculiar forma de hacer los números, como ese siete con tupé.
No hay mayor orgullo para un hijo que parecerse a su padre, y yo me siento muy orgulloso de parecerme, aunque solo sea un poquito, al mío. Me siento muy orgulloso de tener un padre como el que tengo. Y cuando yo sea mayor me gustaría ser como mi padre.
Yo también lo recuerdo así. Y... so gilip... hoy estoy tontorrón y me he emocionado.
ResponderEliminarPasé un día y dejé un comentario pero no me dejó el trasto éste..hay cosas como que tienen vida propia y este chisme ¡¡la tiene!!...y por algún motivo aquel día envié el comentario y mil veces me dió "error". Pero hoy, ¡¡por Peter Pan y Campanilla que sale!!!
ResponderEliminarMi querido primísimo, no tengo ni repajolera idea de todos esos los instrumentos y máquinas infernales que describes y que sacan de la madera todas esas maravillas, pero tú has puesto tanta pasión en este oficio, se te nota al leerte y has imitado a ese virtuoso de la carpintería que es tu padre, que no tengo más remedio que ir a comprarme un sombrero cordobés para sacármelo ante vosotros y rendirmeante tal estilazo y sabiduría al trabajar y modelar ese materialtan útil para todos nosotros, la madera.
Amar tu oficio hoy en día es ya en sí una rareza y un arte también. Actualmente hasta en eso de los oficios se ha perdido..un carpintero de hoy no debe saber todos aquellos truquillos para que te cuadre todo y la industrialización ha traido muebles que nada tienen que ver con la esquisitez de un buen mueble artesano.
Yo siempre me acuerdo de vuestra casa en Los Olivares y de aquella mesa que lo abarcaba todo, bellísima y acogedora de vuestra gran família y de los que llegábamos. Allí recuerdo cuando se servía al final de la comida aquel maravilloso gazpacho de tu madre , mi tita Mari, y sus adorables abanicos,de los que tengo uno con su nombre.... el verano de Lucena..los jazmines que tu madre los ensartaba haciendo una moña..en Catalunya nunca lo había visto ...todo lo recuerdo y ya ves: de un mueble ..llegando al corazón de una família que es parte de la mía.
Te felicito por esta emotiva entrada y espero que tu padre la haya leído porque si no, yo lo llamo..porque las alegrías en la vida son esas...que un hijo sepa reconocer y a la vez le copie a uno en su arte , esas pequeñas alegrías son lo valioso, sin duda.
Un gran abrazo. Tu escrito me ha calado . Y tu música..¡¡¡siempre me gusta tu música!!!
Hermano, hermanito, hermanete: hoy no estás tontorrón, estás tontorrón todos los días, ja, ja, ja.
ResponderEliminarGracias por tu visita, un besito
Primísima: Antoniatenea:
ResponderEliminar¡¡¡Uff!!! Vaya, vaya visita que me haces y qué comentarios. Tú me sorprendes y me emocionas. Me viene a la mente muchas cosas que decirte pero de momento simplemente te diré “gracias, gracias, gracias”.
Besitos, besitos, besitos.
¡Ah! Prima, la música la escogí no solo porque está bastante bien, también por el mensaje para reflexionar que lleva escrito.
ResponderEliminar¡Que bonito éste post! Los recuerdos sobre mi padre también son maravillosos, y siempre trabajando ¡tal cual! Ufff cuánta emoción que me entró. Gracias por ella ;)
ResponderEliminarUn abrazo desde Ciudad de Buenos Aires
PD: yo les tengo dedicados a mis padres un poema que lo podés ver aqui:
http://extrangotica.blogspot.com/2010/07/amor-viejo.html
Gracias por visitarme de nuevo Susana. Leí tu poema, precioso, ya me gustaría a mí decir las cosas de esa forma. “Ahora que llegamos al futuro tal vez algo del pasado se nos quedó perdido”. La verdad es que se nos ha perdido demasiadas cosas del pasado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Papi, lo mismo digo, ojalá yo llegue a parecerme a ti cuando sea mayor
ResponderEliminarQuerido anónimo, o mejor dicho… querida hija África, gracias, muchas gracias, pero sabes bien que, no solo yo sino mucha gente que te conoce, si algún día nos reencarnásemos nos gustaría hacerlo en alguien como tu.
ResponderEliminarBesos, besos, muchos besos.